Como imagino que ya sabréis llevamos una temporada escuchando noticias sobre niños robados entre 1960 y 1980 y no he podido mantenerme indiferente a ello.
La semana pasada de camino al trabajo, escuchando la radio, hablaba una mujer que había tenido un niño en el año 1980, después de dos días en el hospital con él, se lo llevaron para hacerle unas pruebas y no volvió más. Supuestamente había fallecido. No tuvieron ocasión de ver el cuerpo de su hijo, que fue enterrado en una fosa común, y tampoco le dieron explicaciones de su muerte.
Treinta años más tarde, esa fosa en la que había sido enterrado su hijo, iba a ser abierta. Nada más escucharlo no pude evitar llorar, de hecho me entró tal sofocón que no pude parar de llorar hasta que llegué a la oficina. No me podía ni imaginar lo que sentiría esa mujer si su hijo no estaba allí, después de tantos años de sospechas. Treinta años de su vida sin él imposibles de recuperar. Es tan doloroso que cuando lo pienso debo hacer un gran esfuerzo por no llorar.
Hasta ahora, en todas las exhumaciones que se han realizado, la tumba estaba vacía o los restos del bebé no se correspondían con el de sus familiares. ¿Cómo ha podido pasar esto?
Cuando empiezan a surgir escándalos de esta u otra índole, en mi ignorancia e inocencia, pienso que estas cosas no pueden suceder, pero la realidad es bien distinta. Hace treinta años se produjo en España y en la actualidad se está produciendo en los países menos desarrollados. Una cruda realidad.
Otra duda que me surge es pensar qué tipo de personas se han prestado a formar parte de esta trama. Resulta muy difícil de entender que existan hombres y mujeres sin escrúpulos capaces de cometer este tipo de fechorías. ¿Conseguirán dormir tranquilos? ¿Se habrán parado a pensar en el sufrimiento de las familias? Todo por un puñado de billetes, estoy segura.
En mi carácter idealista tengo el convencimiento de que un crimen como este no puede quedar impune y que al final los responsables pagarán por ello, pero el sufrimiento de estas familias no podrá ser compensado de ningún modo.
Quizá exista un ápice de remordimiento en alguno de los causantes de esta situación y decida en un acto de valor presentarse ante las autoridades y contar la historia de lo que realmente pasó en esa época y quienes son los máximos responsables.
Quizá exista un ápice de remordimiento en alguno de los causantes de esta situación y decida en un acto de valor presentarse ante las autoridades y contar la historia de lo que realmente pasó en esa época y quienes son los máximos responsables.
Desde aquí quiero dar mi pequeño apoyo a todas estas personas que sé que lo están pasando mal y transmitirles todo mi cariño y fortaleza. Mucho ánimo si eres una de ellas.
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