martes, 17 de abril de 2012

¡REINICIA!

¡REINICIA! Me dicen los informáticos cuando el ordenador no me funciona o se me ha quedado colgado. Yo reinicio y casi siempre como por arte de magia el problema se ha resuelto. Sigo trabajando como si nada haya pasado, y es verdad, a veces no pasa nada, pero otras sí que pasa. Un virus letal navega libre por mi ordenador y yo ni siquiera me he enterado, y claro, viaja de aquí para allá sin control infectando zonas y más zonas hasta que un día mi ordenador se para. Llamo al informático y me dice: ¡Reinicia! y yo vuelvo a reiniciar, ¿Y qué pasa en esta ocasión? Pues que no funciona,  que el problema sigue ahí. En realidad siempre ha estado, pero oculto de tal modo que casi no lo podía percibir. Quizá mi ordenador en ocasiones iba más lento... pero funcionaba. Ahora que la noticia ha saltado, todos los dispositivos se ponen en marcha, ¿cuándo ha ocurrido?, ¿cómo ha sido?, ¿dónde ha sido?... Todos están interesados en lo que ha pasado y todos de una forma u otra intentan arreglarlo. Dan soluciones: Apaga el cable de red, desenchufa la fuente de alimentación, pasa el antivirus... pero ya está ahí... El resultado es inevitable. Ha pasado lo que tenía que pasar. 

Ahí está convaleciente. A la espera. ¿Qué nos contará? No hay muchas soluciones ante el hecho. Ante la cruda realidad. Al final todo se sabe, un día salta y ya no puedes reiniciar. La estructura del pobre ordenador se tambalea. ¿Se podrá arreglar? Quizá sí, quizá no. 

Hay un ordenador que se quiere reiniciar, para que todos sus dispositivos y todas las formas de vida que lo componen, olviden completamente que una crisis a gran escala ha navegado durante meses sin que ellos casi lo hayan percibido, hasta que un día un minúsculo acontecimiento ha hecho estallar la situación en la que está. ¡Pobre ordenador que no se puede reiniciar!

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