Esta tarde mi hija me preguntó si conocía a Gustavo Adolfo
Becquer. Sonreí e inmediatamente le dije: ¡Sí! Y me apresuré hacia un
rinconcito de la casa en el que tenía guardado como oro en paño un librillo de
mi adolescencia titulado “Rimas”. Lo cogí entre mis manos, lo acaricié y empecé
a recitar sus poemas de memoria al tiempo que correteaba por el pasillo de la
casa.
Inmediatamente el corazón se me salió del pecho y me
transportó a aquellos tiempos en los que la razón y el entendimiento se medía
única y exclusivamente por las emociones.
Muchas tardes había leído las maravillosas rimas de Becquer
y otras muchas las había llorado, soñado y amado, cuan joven entusiasta en
espera de que el amor llamara a mi puerta.
Me sentí feliz al recordar la inocencia con la que veía las
cosas en aquellos tiempos y la simplicidad de mis preocupaciones. Una soñadora
sin tregua que ansiaba sentir una mirada cálida, una caricia, el primer beso…en
fin, la esencia del romanticismo.
La madurez no ha conseguido aplacar en ningún momento mi
vena soñadora y con los años he aprendido que indudablemente es intrinseco a mi
ser y que me encanta ser como soy. La realidad ha superado con creces la
ficción y he vivido durante estos años momentos que nunca hubiera imaginado,
que forman parte de mis recuerdos y me han hecho soy hoy.
Es por esto que quiero compartir con vosotros esta poesía de
Becquer que me encantaba:
Sobre la falda tenía
el libro abierto;
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros:
no veíamos las letras
ninguno creo;
mas guardábamos entrambos
hondo silencio.
¿Cuánto duró? Ni aun entonces
puede saberlo;
sólo sé que no se oía
más que el aliento,
que apresurado escapaba
del labio seco.
Sólo sé que nos volvimos
los dos a un tiempo,
y nuestros ojos se hallaron,
y sonó un beso.
Creación de Dante era el libro,
era su Infierno.
Cuando a él bajamos los ojos,
Yo dije trémulo:
-
¿Comprendes ya que un poema
cabe en un verso?
Y ella respondió encendida:
¡Ya lo comprendo!
No hay palabras…buenísimo.
¡Me encanta como lo has narrado, Gema! Yo también adoro, idolatro y guardo como pequeños tesoros los libros (solo lo hago con los libros, no vayas a pensar que soy una coleccionista obsesiva. ja,ja)
ResponderEliminarLo cierto es que son una maravilla y es una experiencia muy enriquecedora releerlos en diferentes etapas de la vida. Por arte de magia un libro que has leído en la adolescencia se te antoja totalmente distinto al leerlo cuando han pasado los años.
Muchos besos.
Es verdad Fler. En mi casa hay muchos libros... lo malo es que yo ultimamente he aparcado un poco la lectura...Besos :)
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